Mis ratos libres, que son pocos, los invierto en leer artículos de psicología infantil, asumo que porque en eso consiste el gran misterio de mi vida actual: lo que piensan y sienten mis hijos. Todos los días antes de dormir, me pregunto si lo hago bien, si los regañe mucho y si les administré correctamente la cantidad de amor de ese día.
Entre los artículos que leí, resaltó uno que dejó particular huella en mi mente y que quiero compartir, cito al Dr Eduardo R. Hernández González, pediatra y terapeuta infantil “Tanto la capacidad como el deseo de formar relaciones emocionales están asociados a la organización y funcionamiento de partes específicas del cerebro humano, así como al equilibrio de los neurotransmisores (sustancias químicas que permiten la transmisión del impulso nervioso y sus conexiones). Así como el cerebro nos permite ver, oler, gustar, pensar y movernos, también es el órgano que nos permite amar o no amar. Estos sistemas cerebrales que nos permiten formar y mantener relaciones, se desarrollan durante la infancia. Las experiencias durante estos primeros y vulnerables años del desarrollo evolutivo de un individuo, influyen significativamente en el moldeado de la capacidad para formar relaciones íntimas y emocionalmente saludables. La empatía, el afecto, el deseo de compartir, la capacidad de amar y ser amado y un sinnúmero de características de una persona asertiva, operativa y feliz, están asociadas a las capacidades medulares de apego formadas en la infancia y niñez temprana”
Esto me recuerda por qué mi trabajo es tan maravilloso y completo.
Y continúa el Dr. Hernandez “Durante los primeros tres años de vida, el cerebro desarrolla un 90% de su tamaño adulto y coloca en su lugar la mayor parte de los sistemas y estructuras que serán responsables de todo el funcionamiento emocional, conductual, social y fisiológico para el resto de la vida. De allí que las experiencias de vinculación conducen a un apego y capacidades de apego saludables cuando ocurren en los primeros años.
La relación más importante en la vida de un niño es el apego a su madre o cuidador primario, esto es así, ya que esta primera relación determina el “molde” biológico y emocional para todas sus relaciones futuras. Un apego saludable a la madre, construido de experiencias de vínculo repetitivas durante la infancia, provee una base sólida para futuras relaciones saludables.” Los resultados se ven a mediano y largo plazo.
Si en tus manos está el llevar adelante un reporte de ventas, en producir una nueva idea de Marketing, en hacer una cobranza eficiente; en las mías está la responsabilidad de 2 vidas….tenemos muchoquehacer.
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Y continúa el Dr. Hernandez “Durante los primeros tres años de vida, el cerebro desarrolla un 90% de su tamaño adulto y coloca en su lugar la mayor parte de los sistemas y estructuras que serán responsables de todo el funcionamiento emocional, conductual, social y fisiológico para el resto de la vida. De allí que las experiencias de vinculación conducen a un apego y capacidades de apego saludables cuando ocurren en los primeros años.
La relación más importante en la vida de un niño es el apego a su madre o cuidador primario, esto es así, ya que esta primera relación determina el “molde” biológico y emocional para todas sus relaciones futuras. Un apego saludable a la madre, construido de experiencias de vínculo repetitivas durante la infancia, provee una base sólida para futuras relaciones saludables.” Los resultados se ven a mediano y largo plazo.
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